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El viraje de la veleta o la decepción de los Cayetanos

AUTOR: Severino Aznar (pseudónimo)

Sin lugar a dudas, el acontecimiento de la semana para el mapa político español ha sido el viraje de la llamada “veleta naranja”. Ciudadanos, partido socialdemócrata desde 2006 hasta 2015, sedicente liberal desde entonces, ha decidido apoyar al PSOE, abandonar “la foto de Colón”, y suponemos que iniciar una nueva línea de colaboración con la izquierda que no nos parece mal, pero en la que esperemos que sea más perseverante de lo que nos tiene acostumbrados.

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En esta hora no podemos olvidar a aquellos inocentes que legítimamente confiaron en el partido naranja como una fuerza de renovación de la derecha en España. Corría la primavera del 14 cuando Podemos dio la campanada en las elecciones europeas. A los pocos días, un banquero sugirió la conveniencia de crear “una especie de Podemos de derechas”. Aunque la demostración de la relación causal IBEX-Ciudadanos nunca será sencilla, todo buen entendedor captó que aquella “especia de Podemos de derechas” era Ciudadanos de Cataluña en su salto a toda España.

«Los chicos y chicas bien, la gente guapa y de buen estilo, sucumbieron a la novedad»

Los chicos y chicas bien, la gente guapa y de buen estilo, sucumbieron a la novedad con legítima confianza. En los mejores barrios de nuestras diferentes áreas metropolitanas, siempre hubo el típico perfil de gente que gusta de disfrutar el orden establecido, pero con las menores exigencias morales posibles, sean o no necesarias para seguir disfrutando el estatus. Normalmente, este tipo de gente votaba al PP, con cierta resistencia todo hay que decirlo. Pero a partir del año 14 todo cambió: el orden establecido nos ofrecía un partido que era “liberal en lo económico y socialdemócrata en lo social”, a decir de Albert Rivera. Eso traducido al lenguaje académico significaba que era capitalista y apoyado en la filosofía de Herbert Marcuse, es decir, libertad sexual entendida según el mayo francés del 68, pero burguesa, porque ya se sabe que tanta comuna, tanto comunismo y tanto pobrismo no cautivan a nadie.

Muchos Cayetanos acaban de aprender que el voto de «papá» no es tan malo

Y así, sucumbiendo a la novedad, los cayetanos (palabra que usamos como adjetivo y no como nombre) fueron parodiados en una famosa canción del grupo Carolina Durante, señalando como una de sus características que “no votan al PP, votan Ciudadanos”.

Esta semana, sin embargo, todo se ha venido abajo. Los cayetanos, esa gente que vive en el buen rollito sin las complicaciones del compromiso político, deben estar muy decepcionados, y con razón, pues les han timado. Habían encontrado una opción política que planteaba una ética que justificaba sus comportamientos, y de repente se la han robado. ¿Qué será de ellos ahora? Seguramente habrán de aprender que el voto de “papá” no estaba tan desencaminado, que las exigencias morales eran necesarias para mantener el statu quo, y que tal vez lo mejor sea ser conservador pese a las exigencias. Más allá del fondo del asunto, habrán de aprender a no ser tratados como borregos por la mercadotecnia electoral.

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No tengo ninguna duda de que los buenos de los cayetanos habrán aprendido mucho. Y así, igual que en la generación de sus padres aprendieron con la decepción de Suárez a votar opciones más sólidas como AP, estos jóvenes cayetanos de ahora sabrán aprender el “camino a la derecha” que les correspondía.

Nada les reprochamos. Todo fue comprensible. Mayor es el timo que han padecido y padecen los votantes de izquierdas desde hace mucho más tiempo, y ahí siguen. Simplemente, constatemos la decepción y animemos a nuestros cayetanos a votar un poco más con la cabeza y un poco menos con la emoción.

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