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Tener más ‘likes’ en redes sociales no te convierte en el puto amo

COLUMNISTA: Pepocles de Antioquía

Recuerdo la estrofa de esa canción que, en un tono satírico y burlesco, reza “tu autoestima se mide en likes”. Quizá me equivoque, pero tengo meridianamente comprobado que recolectar “me gustas” no significa, ni por asomo, ser más querido, creativo e ingenioso. Lo voy a explicar en los renglones ulteriores.

Para empezar, quien es muy querido por un segmento significativo de la gente, suele ser rechazado por un número perceptible de la misma, puesto que “ser muy querido” implica gozar de una vigorosa personalidad y atesorar una “vigorosa personalidad” conlleva no hacer cálculos por amoldarla al gusto de la mayoría.

Por esta razón, quien es “muy querido” suele ser bastante rechazado al mismo tiempo, dado que despierta envidias, manías o simplemente es incomprendido por personas convencionales a las que les chirría lo anticonvencional (cualidad propia de tener una vigorosa personalidad).

Y esto, traducido en “likes”, implica que a muchos les fascinen tus publicaciones (y se conviertan en acérrimos seguidores) y a muchos otros no les apetezca bailarte el agua condecorándote con un “me gusta”.

Lo tengo meridianamente comprobado: cada vez que, en mi cuenta de Instagram, realizo una publicación convencional, véase “tipicona”, manida, habitual y descafeinada, recolecta más “likes” que una graciosa, creativa e ingeniosa. Y creo que esto es así porque la convencionalidad no corre el riesgo de la reprobación.

A esto, he de añadir que tengo publicaciones de 50 “likes” que han sido el tanto al quíntuplo más comentadas en société, que han hecho muchos más estragos que otras de 120 que pasan completamente inadvertidas. Por esto último, acuñar más “me gustas” no significa necesariamente ser más popular o querido. Uno puede entusiarmar a 40 y no gustar a 100, o recibir una timorata aprobación de 100 y no apasionar a casi nadie. Por consiguiente, la popularidad no es del todo medible en base a criterios matemáticos, véase por número de pulgares hacia arriba.

Tampoco significa ser más creativo o ingenioso, dado que algo con un alto voltaje de creatividad e ingenio suele conectar con el gusto de unos pocos. Por consiguiente, muchas veces, hará brotar mayor número de “likes” lo que sea más convencional, “tipicón”, anodino, insulso y descafeinado.

Esto seguramente explique que un sinnúmero de «influencers», escritores afamados y divos televisivos no sean personas excepcionales, aureoladas de un carisma resplandeciente y un genio desorbitado. También, es perceptible en los presidentes del gobierno: no tienden a ser a césares caídos del Cielo, jerarcas Providenciales, ni paladines con nimbo de Santidad.

Ya nos advirtió de algo parecido José Ortega y Gasset, en su obra La rebelión de las masas. En dicho libro, explicó cómo la mayoría, al demandar élites que no despunten sobre la misma, consigue que sus líderes sean mediocres, a los que el autor calificó como «hombres-masa». ¿No piensas que la cultura de sobrevalorar los «likes» y los «followers» alimenta esta realidad?

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