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Reflexión que merece la pena leer: Día mundial personas con discapacidad

AUTOR: Pepocles de Antioquía

Hoy, es el día mundial de las personas con discapacidad, y quiero compartir con vosotros una reflexión desde la filosofía, no quedarme en hacer una proclamación retórica meramente bonita, emotivista, sentimental.

Así pues, quiero manifestar que nosotros socorremos materialmente a las personas con discapacidad, pero ellos nos auxilian a nivel espiritual, puesto que el ayudarles nos perfecciona. Nosotros les cuidamos, pero ellos depuran nuestra alma.

El auxilio material que nosotros prestamos a las personas con discapacidad les ayuda en su CÓMO vivir mejor, pero ellos, al hacernos más desprendidos, dan respuesta a algo mayor: a PARA QUÉ estamos aquí.

Esta reflexión nos permite percibir que el hombre no solamente necesita auxilio material (CÓMO vivir mejor), sino aliento espiritual (PARA QUÉ estamos aquí).

Nosotros les tributamos auxilio en lo particular, pero ellos nos socorren en lo esencial. Y es la esencia lo que prevalece, puesto que encarna las raíces del árbol, mientras las particularidades componen las ramas.

Por algo, Antoine de Saint-Exupéry nos transmitió, a través de su novela El Principito, que las cosas verdaderamente importantes se comprenden con los ojos del corazón.

La obra El Principito describe un hermoso desierto, e incide en que con el conocimiento material somos capaces de comprender cómo está compuesto, formado, pero que los ojos del corazón nos llevan a conocer la hermosura de los elementos del paisaje, la belleza que atesoran unidos, algo que trasciende a la materia.

Pues bien, nosotros ofrecemos a las personas con discapacidad lo material, la composición del desierto, pero ellos nos desempañan los ojos del corazón para captar su hermosura, su belleza, su esencia.

Por consiguiente, ¿Acaso no somos nosotros los que les necesitamos a ellos? Es una reflexión que solamente se comprende con los ojos del corazón.

Esta reflexión es extensible a otros terrenos. Por ejemplo, al de las personas envejecidas, que no pueden valerse por sí mismas y que se encuentran en un estado de incapacidad e inactividad parcial o total.

Desde un punto de vista utilitarista, de la utilidad a toda costa, estarían sufriendo inútilmente y nos estarían haciendo perder el tiempo a nosotros, pero, si somos capaces de entender las cosas con los ojos del corazón, captar la esencia de la vida y cerciorarnos de PARA QUÉ estamos aquí, que estos mayores conserven su vida es arrolladoramente útil, porque nos prestan un servicio impagable: el de depurar nuestra alma, el de perfeccionarnos como personas.

¿Acaso no somos nosotros los que les necesitamos a ellos?

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