Carta de Pelu Crespins, católico y escritor

Últimamente, el actor madrileño Willy Toledo ha sido bastante más conocido por sus polémicas declaraciones, no exentas de incoherencias, que por su supuesto trabajo.

El actor publicó en su cuenta de Facebook en 2015 una retahíla de insultos y descalificaciones contra todo lo que se ha considerado tradicionalmente retrogrado y reaccionario: la Guardia Civil, el descubrimiento de América y la hispanidad y la monarquía. El problema radica cuando empezó a blasfemar sin ton ni son contra la sagrada e inocente Virgen del Pilar como la patrona de nuestra histórica nación.

Desconocemos si toda esa retahíla de descalificaciones y blasfemias eran producto de una intoxicación narcótica o delirio provocado; lo cual puede ser atenuante o incluso eximente en un juicio si se demuestra.

Como si quieres algo rápido, el último lugar a acudir es la justicia, el juicio se celebró en la Audiencia Provincial de Madrid el 5 de noviembre de 2020 por las ofensas contra el sentimiento religioso expuestas públicamente en su cuenta de Facebook en 2015, lo cual es más valido que si se publica en el BOE. La demanda fue hábilmente interpuesta por la Asociación de Abogados cristianos.

Sin embargo, el abogado de Willy Toledo se lo curró más y la juez dictó la absolución. Ya de paso, el abogado de Willy Toledo soltó que si hubiese sido por los demandantes, hubiesen quemado a su defendido en la plaza pública mientras el populacho aplaudía.

Y yo me pregunto, ¿es lícita esa absolución? Yo opino que hay dos justicias, una terrenal y otra celestial, las cuales deberían estar conectadas, cosa que no siempre ocurre en la práctica.

La justicia celestial todo lo puede juzgar, mientras que la terrenal, no. Si bien la celestial y su juicio final, se puede considerar como la justicia perfecta; la terrenal, en algunos casos, puede distar enormemente de esa perfección, ya que ha sido impartida por imperfectos mortales. Además, la justicia terrenal condenó al hijo de Dios, ¡Qué gran dilema!

Hay gente con afán de notoriedad, de dar que hablar por lo que sea y en ese caso, el actor, ya no conocido por sus películas, sino por sus declaraciones, claramente ha ganado, ya que yo mismamente estoy escribiendo sobre el asunto en cuestión y todo el rollo mediático ocasionado. Si se hubiese pasado de él desde el principio, nadie hubiese recordado sus incoherentes declaraciones y hubiese perdido en su delirio de notoriedad pública.

¿Puede uno decir lo que le venga en gana? Supongo que miles de personas dirán todo tipo de burradas en un día; el límite sería cuando hay una seria amenaza sobre algo o alguien.

Veredicto: Prestar atención a una serie de delirios vertidos por un personaje, que tampoco es que sea el presidente del gobierno, no lleva a ningún sitio, solo a perder el tiempo y a montar el circo; del que, por otra parte, el pueblo siempre está tan necesitado. Muchas veces, la ignoración puede ser la mayor afrenta y el mayor desprecio. Y como comenté, puede que la justicia celestial ya se encargue de juzgar otros aspectos.