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El primer análisis neutral y despolitizado del debate de ayer

Hoy, me voy a centrar en realizar un análisis despolitizado del debate de ayer (destreza que casi nadie procura cultivar), y lo voy a hacer desde el punto de vista del “marketing” de cada candidato, de sus tácticas de comunicación, de sus estrategias de propaganda, con independencia de mis convicciones políticas.

El orden que voy a escoger es el que otorgan las encuestas a cada candidato de la Asamblea de Madrid, todo con ánimo de no incurrir en favoritismos en este análisis neutral.

Isabel Díaz Ayuso

Así pues, doy el pistoletazo de salida con Isabel Díaz Ayuso. Cabe destacar que pecó de delicuescencia en el primer hemisferio del coloquio, pero tuvo la pericia de remontar y redimirse en el segundo. Guardó la serenidad propia de quien va a ganar unas elecciones y de aquel que ya ostenta la presidencia, ello sin rehuir de arrojar alguna punzante crítica sobre sus adversarios; sus ataques y contraataques fueron como los petardos, estrepitosos nada más que en el momento de estallar, pero sin desatar una orquesta de sonidos.

Ángel Gabilondo

Prosigo con Ángel Gabilondo. Asumió el papel de socialista sosegado, de la era de Felipe González, realidad acorde a su edad y a su posición de profesor universitario. Mantuvo un talante de moderador, ello sin privarse de propinar golpes a sus contrincantes, pero envueltos en guante de seda. En momentos puntuales, sí se permitió enfurruñarse, en aras, supongo, de realizar un “tira y afloja” y no resultar descafeinado.

Mónica García

Mónica García adoptó el papel de tecnócrata, es decir, de doctora de hospital experimentada en tratar con personas damnificadas en tiempos de Covid. A su discurso de profesional ducha en asuntos médicos, le agregó un carácter cáustico e incisivo con sus rivales, ello en pos de combinar pericia y arrojo, destreza y fogosidad.

Rocío Monasterio

Rocío Monasterio fue clara con sus rivales, precisa en sus explicaciones, sin incurrir en redundancias, ni en extensas disquisiciones. Al mismo tiempo, guardó la calma (sin evitar las discrepancias) y mantuvo un acrisolado tono de voz. Esbozó un “tira y afloja” de talante contestatario y aplomo, un maridaje de bizarría y gallardía.

Pablo Iglesias

Pablo Iglesias tuvo la habilidad de interpretar el papel de líder de la oposición, aún con una cuota de representación inferior a la de sus candidatos coadyuvantes (Mónica García y Ángel Gabilondo). Puso especial énfasis en mostrar sus divergencias con Ayuso, para situarse en un plano de igualdad con ella, como un exvicepresidente que discute con la presidenta.

Edmundo Bal

Edmundo Bal se presentó como una opción de gobierno para los dos bandos. Su discurso fue propio de un mediador abierto a formalizar acuerdos y trabar coaliciones. Su talante de moderador lo aderezó con unos gestos, muecas y aspavientos más animados, de tal modo que la moderación no resultase aburrida. Realizó un “tira y aflora” de carácter conciliador y personalidad impetuosa.

Y este es mi análisis, confeccionado desde la óptica de la comunicación y con celo en no incurrir en favoritismos con mis afines. ¿Habré conseguido disimular mis convicciones?

 

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